Hola a tod@s otra vez. En esta ocasión os voy a describir un echo que en mi larga vida como ornitólogo no he tenido la suerte de ver. Esta observación del ataque de un Gavilán macho a unos Gorriones Comunes sucedió en el río Jarama en Madrid.
Todas las mañanas que puedo paseo con mi perro (bueno el de mi hija Pati) por diferentes partes de la Comunidad de Madrid y que tienen un interés ornitológico para que el paseo, a primera hora de la mañana, resulte más llevadero. Como acompañantes llevo al susodicho perro, un pitbull de nombre Mickey y que hemos adoptado hace ya 4 años, y mi cámara de fotos. Las temperaturas en invierno mejor ni recordarlas.
Bueno a lo que vamos, en el paseo del jueves pasado por el mencionado lugar y con una helada de órdago intentaba mantener la temperatura corporal a buen ritmo de marcha cuando de repente veo una bandada de Gorriones Comunes volar precipitadamente en todas direcciones. Saco las manos de los bolsillos pues a esa distancia pensé que podría haber algún Gorrión Molinero y compruebo con la cámara que no, que solo eran Comunes.
De repente, por el rabillo del ojo me llama la atención algo que se mueve alrededor de una torre que parece una antigua construcción para albergar algo eléctrico. Despejo mi mente embotada por el frío y alcanzo a ver que se trata de una rapaz. Empiezo a disparar la cámara y cuando alcanzo a calmarme me atrevo a acercarme silbando, por aquello de jugar al despiste y lanzo otra andanada de fotos. Aun estaba yo lejos del objetivo que se había posado en una de las ramas que asomaban de la susodicha construcción. Si quería un buen reportaje fotográfico que no diese lugar a dudas tenia que arriesgar a acercarme un poquito más.
Pareja de Gorriones comunes que habían escapado de las garras de la rapaz.
Ya con los riesgos del acercamiento asumidos y mi corazón a tope, descubrí este maravilloso macho de Gavilán Común. El frío ya se había convertido en historia y yo me quede cual estatua para ver que ocurría.
El Gavilán continuaba escudriñando los interiores de la torre sin prestarme ningún tipo de atención.
Después de unos minutos, que ami se me hicieron segundos, veo que intenta engañar a los aterrorizados gorriones que estaban refugiados en el interior.
La táctica que empleó en este ataque demuestra que es un macho experimentado. Primero desaparece de la vista de sus posibles presas con el objeto de ver si piensan que ha desistido del ataque y algún precipitado sale disparado en busca de mejor refugio.
La astuta rapaz remonta el vuelo a una velocidad y con un dominio dignos de admiración a ver si alguno había caído en su trampa.
Garras en ristre y preparadas para atrapar a lo que intentase huir.
Se apoya en una rama aun preparado para ver si conseguía sacar a una futura víctima que se hubiese movido en todo el ataque. Pero la verdad sea dicha, no hay que menospreciar a los Gorriones Comunes que en este caso demuestran que también ellos son supervivientes natos.
No contento con los resultados obtenidos y con un agujero en el estomago, el Gavilán decide que será mejor meterse en el agujero pase lo que pase.
Desilusionado por el fracaso, emerge del agujero hasta con las plumas de la nuca descolocadas. A mi me temblaba todo el cuerpo por la tensión de lo que estaba viviendo y tan de cerca. Me imagino que debía tener un hambre canina pues en todo el tiempo no me miró ni un solo instante y desde luego yo no soy invisible.
El animalillo con su orgullo por los suelos decide tomarse un descanso y meditar cual va a ser su próximo paso. Yo, me percato de que Mickey ha desaparecido y comienzo a llamarle pues un pitbul suelto no es cosa que deba tomarse en broma pues el que pueda encontrárselo no sabe que es un alma de caniche encerrada en un cuerpo muy grande y con unas fauces que aún después de cuatro años siguen impresionándome, pero esa es otra historia. Todo esto viene a colación porque durante unos instantes perdí de escena la cacería.
Después de un rato esperando a ver si el Gavilán se había metido o había decidido irse por mis llamadas y silbidos al can, que enseguida llego con la lengua fuera, me quedé de piedra al ver que una Urraca se posaba donde hacia un breve espacio de tiempo se había desarrollado al acción. A todo esto yo me había acercado aun más a la torre pensando que el ave había ido a probar suerte a otro sitio. Al ver a ésta tan interesada, retrocedo unos pasos y me preparo para ver que ocurría a continuación.
Su mirada al interior me indica que el Gavilán aun continuaba en el interior intentando cazar.
Como era de esperar la Urraca pide refuerzos y enseguida llega su pareja. ¡Que nervios!.
Cuando menos me lo esperaba, reaparece el Gavilán y se posa en e una de las ramas y nos observa a nosotros. La cacería no había tenido éxito y allí estaba descansando después del esfuerzo.
Al surgir el depredador del pozo, las Urracas se retiran respetuosamente a unos metros de él y se posan en la encina más cercana para ver si podían aprovechar la oportunidad de rapiñarle algo. Su gozo en un pozo pues el pobre no consiguió su objetivo y no había nada por lo que luchar..
Como parecía que nos habían presentado, pues el ave ignoraba mi presencia, nos pasamos un buen rato observándonos pero sin entender nada, por lo menos por mi parte pues siempre que he visto Gavilanes ha sido de forma fugaz y sin este descaro.
Al final, como estaba previsto, decide continuar con sus cacerías en otro lugar y se dirige directamente a ocultarse en el bosque de la rivera.
Hasta siempre mi casi amigo Gavilán Común y que tengas mejor suerte en futuras cacerías.
Espero que con este relato os pueda transmitir un poquito de lo que sentí en este día inolvidable para mi.
Saludos,
Luis Sitges
Lo has relatado genial ,se palpa el nerviosismo, que momento tan genial enorabuena !!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias Mikel,
EliminarSaludos desde Madrid´
Luis Sitges
Gran secuencia,que bonita...gracias por compartirla!
ResponderEliminarSaludos camperos!
De nada, es un placer. ¿De que servirían estos momentos si no los compartes?
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