lunes, 14 de mayo de 2012

GUIDED BIRDING MADRID, EL PARDO

GUIDED BIRDING TRIPS SPAIN

Hola a tod@s una vez más.

En esta ocasión nos trasladamos al Monte de El Pardo, espacio protegido que distan tan solo 12 km. de Moncloa y aun menos que donde comenzó el paseo que fue por la ribera del río Manzanares, en el primer aparcamiento que se encuentra a mano izquierda antes de llegar al pueblo de El Pardo. 

El monte de el Pardo consta de 16.000 hectáreas de las que solo son visitables 900. Está integrado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, por lo que goza de protección total y además en 1987 fue declarado Zona Especial de Protección para Aves (ZEPA). Esta considerado como el bosque mediterráneo más importante de la Comunidad de Madrid y uno de los mejor conservados de toda Europa.

El tiempo era cambiante y a ratos lucia el sol y a ratos caían aguaceros. La verdad es que no contamos el número total de especies avistadas pero fueron muchas y muy diversas. En el blog he subido 44 especies y con la suerte de observar y fotografiar las más emblemáticas como cigüeña negra, buitre negro, águila imperial ibérica y hasta un águila pescadora.


Ya en el mismo aparcamiento, nos sorprendío este ejemplar de cigüeña negra que estaba tomando una térmica y se dirigió hacia el sur siguiendo la ribera del Manzanares.  


Pero antes de desaparecer de nuestra vista dió unas cuantas vueltas y me permitió tomarla esta otra fotografía en uno de los claros de nubes.


Al poco rato vimos a este cernícalo vulgar macho con una presa en el pico que parece un pequeño roedor.


Un poco más adelante, nos deleitó con su vuelo y un impresionante picado esta águila calzada fase clara. 


Como era de esperar, los buitres leonados andaban cogiendo altura en busca de mejores lugares para encontrar carroña.


De entre todos los vistos, que fueron muchos, estos dos fueron los que más cerca nos pasaron.


Una bonita toma de una tórtola europea, la segunda que veo en este año, posada muy cerca de este abejaruco común.


Una pareja de verderones comunes. El macho, en la parte derecha, más coloreado que la hembra. Era espectacular escuchar el continuo trino de infinidad de aves que se movían por la ribera.


Un abejaruco común estaba descansando en una rama a la espera de que pasase la tormenta.


También estas golondrinas comunes aprovechaban el chaparrón para darse un baño. Vimos muchas junto con aviones comunes y vencejos que no paraban de dar pasadas por encima del río pues la lluvia ayudo a que se elevasen multitud de insectos.


Una hembra de tarabilla común.


De los gorriones vimos el común, el moruno y el molinero como el de la foto que es un macho.


En el río pudimos observar este andarrios chico buscando alimento.


Ya en las márgenes que atraviesan El Pardo, multitud de fringílidos estaban disfrutando de las semillas de los olmos almacenadas en las aceras y las que aun quedaban en los árboles. En este caso coinciden, verderones comunes, verdecillos comunes y pinzones vulgares. Aunque comunes muy bonitos todos ellos.


Una paloma torcaz nos observaba a nuestro paso por el paseo.


También alimentándose de las susodichas semillas de los olmos, los picogordos se dejaban ver con relativa facilidad. En este caso es una hembra.


Mas llamativo es el plumaje de este macho de picogordo. La verdad es que era sorprendente la cantidad de ellos que vimos. Me imagino que el alimento disponible en esta época del año atrae a estas aves a concentrarse en números tan elevados.


Un macho de curruca capirotada.


Los carboneros comunes estaban presentes a lo largo de todo el recorrido.


La anátida más vista fue el ánade real, como este macho de la foto, aunque también vimos algún ánade friso y una pareja de tarros canelos.


Los ruiseñores comunes no cesaban de cantar. Que maravilla de trino.


Un papamoscas gris se posaba en su rama, revoloteaba detrás de un mosquito para volver a posarse en otra rama y así continuar con su alimentación.


Otro ruiseñor común.


Un macho de jilguero que que también se alimentaba de los frutos del olmo. Siempre indico el sexo de los jilgueros pues aunque no es al cien por cine seguro, cuando la máscara o madroño rojo de la cabeza sobrepasa el ojo se trata de un macho. En el caso de la hembra, la máscara suele acabar a mitad del anillo ocular en su parte superior. Hay más pequeñas diferencias entre los sexos de los jilgueros pero no son apreciables si no se tiene al ejemplar en la mano.


Esta es una hembra de jilguero. Se aprecia la diferencia que antes explicaba.


Un macho de pinzón vulgar. En este coso no hay discusión pues existe dimorfismo sexual claro entre macho y hembra.


Mito.


Un águila imperial ibérica sobrevuela el espacio aéreo de este milano negro.


Otra toma de la magnifica águila imperial ibérica que desplegada puede alcanzar una envergadura de 2 metros y 10 centímetros.


Aunque mucho más pequeño, el milano negro (155 centímetros de envergadura) se atreve a molestar a la imperial para que abandone su territorio.


Una urraca común que aunque no gozan de buena reputación no dejan de ser muy bellas.


Un  martinete común.


Otra de las maravillas de El Pardo, el buitre negro.


Las bellas oropéndolas. Además de ser bonitas, sobre todo los machos, es muy melodioso su canto. Son tonos aflautados y con cierto aire exótico. A pesar de su llamativo plumaje, se camuflan perfectamente y son difíciles de ver entre el follaje de los chopos, árboles predilectos de esta especie.


Un cernícalo vulgar.


Una pareja de tarros canelos en dirección norte. El macho es el ave inferior que tiene un collar negro en el cuello. Cada día se pueden observar esta especie con mayor frecuencia en la Comunidad de Madrid y que provienen de escapes de colecciones privadas aunque últimamente se están extendiendo y reproduciendo con éxito.


Un pito real, el mayor de los pájaros carpinteros de la Comunidad de Madrid.


Zarcero común o políglota cantando a pleno pulmón.


Una grajilla.


Una pareja de oropéndolas. El macho mucho más vistoso que la hembra.


A este matín pescador lo vimos pasar, como de costumbre, a toda mecha río abajo sin darnos tiempo ni a levantar la cámara ni prismáticos. A los pocos segundos, volvió junto a nosotros y se poso para poder devorar a este pececillo casi tan largo como él, que traía en una posición un poco precaria.


Al poco rato, ya había conseguido cogerlo con mayor precisión y, después de darle unos cuantos golpes en la rama para atontarlo, en un abrir y cerrar de ojos ya se lo había tragado de una sentada y unos cuantos empujones.


Uno de los dormideros de los buitres dentro del Pardo. Fijaos que hay un rebaño de gamos pastando cercanos al dormidero. La raya que se aprecia en la foto es un cable eléctrico imposible de salvar.


Un agateador común o europeo.


A este murciélago lo debieron molestar en su escondite pues salió a plena luz del día y se fue a posar a nuestro lado para deleite de algunos y susto de otros.


Un milano negro nos mira al sobrevolarnos.


Herrerillo capuchino.


Un trepador azul del que disfrutamos durante un buen rato. 


Incluso se bajó del tronco para ver si esta bellota contenía alguna larva que ingerir.


Esto si que no me lo esperaba yo, poder disfrutar de un águila pescadora.


Esta herrerilla común estaba muy atareada llevando material al nido ante su inminente comienzo de la puesta. Nótese el abultamiento de la cloaca señal inequívoca del comienzo de su puesta.


Un bonito petirrojo.


Busardo ratonero.


 Alcaudón común.


El más pequeño de los pájaros carpinteros de la Comunidad de Madrid, el pico menor. Es el más escaso y difícil de observar. En este caso se trata de un macho pues tiene el píleo rojo. Sin embargo, este año han sido muchos los picos menores que he tenido la suerte de ver.


Un macho de jilguero.


También los mirlos comunes no cesaban de cantar. En este caso se trata de un macho.



Un picogordo macho disfrutando de las susodichas semillas de olmo.


Me extrañó que esta gallineta común no huyese a esconderse entre los juncos y que estuviese más interesada en buscar alimento que en nuestra presencia. Me imaginé que tendría crías y solo tuvimos que esperar unos instantes para ver si era cierto.


Mis sospechas fueron fundadas y pudimos disfrutar de esta enternecedora imagen de uno de los padres dando de comer a uno de sus polluelos.

He de decir que me sorprendió mucho la gran variedad de aves que pudimos observar y que cada vez que voy a El Pardo me llevo una sorpresa nueva. Nunca defrauda a pesar de la cantidad de gente que hay por los paseos. La verdad es que procuro ir temprano y entre semana para evitar las aglomeraciones de gente. En este caso entre las tormentas y que era viernes no vimos mucha gente.

Espero que no os haya cansado demasiado con esta interminable entrada pero creo que merece la pena repetir que tan cerca de Madrid Capital exista este maravilloso enclave que alberga tanta diversidad de aves.

Hasta pronto. 

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